
El llamado "mundo de la cultura", ese que, supuestamente, contribuye con su hacer a elevarnos más allá de nuestra "animalidad"; ese que se reivindica como "mucho más" que espectáculo y espacio de creatividad; ese que durante siglos se erigió como ariete del progreso y "despertador" de conciencias frente a la barbarie; ese mundo, se ha vuelto ciego, sordo y mudo. Que la muerte de 10.000 niños palestinos quede también en su mala conciencia porque, pudiendo sensibilizar y movilizar a muchos millones de personas en este planeta y frenar este holocausto, ellos andan sólo "en búsqueda de su èxito", a lo suyo, que ha dejado de ser, por tanto, lo nuestro.