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LA INGENUIDAD DEL ECOLOGISMO CANARIO

El capitalismo/colonialismo salvaje es el alma del negocio turístico en Canarias y no va a negociar nada ni con nadie. Hay que ser muy ingenuo, para pensar que quien está teniendo unos beneficios récord, se va a sentar a negociar el ganar menos y pagar más porque cien mil canarios hayan salido a las calles el día 20 de Abril. Es tan inocente, como pensar que Lopesan va a pagarle a sus Kellys un sueldo digno o darles el mejor tratamiento para las enfermedades laborales derivadas de su explotación laboral. Es como creer que el lobo va a cuidar de las gallinas, en vez de comérselas. Para poder obligar al poder a un cambio de modelo, hace falta empezar a asfixiarlo. Hay que darles donde les duele: sus bolsillos. Ya no vale con crear conciencia entre la población, sino directamente ponerle palos a las ruedas de esta apisonadora. Ese es un lenguaje que entienden bien, porque ellos bien que saben ponerle palos a nuestras vidas.

CANARIAS17 de junio de 2024Semanario LA RAÍZSemanario LA RAÍZ
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Cree el ecologismo que con declaraciones, propuestas, llamados y ruedas de prensa, el gobierno de Canarias (CC, PP y el cacique Curbelo), va a cambiar de proceder e invitará a sus colectivos a "negociar". Cree que las 1000 propuestas que tienen, pesarán más que las conclusiones y "sugerencias" que los "expertos" de Fernando Clavijo ya tienen dictadas. Cree que las multimillonarios de Lopesan y el millonario "temático", las multinacionales hoteleras que operan en nuestro territorio, las constructoras, los bancos y aseguradoras españolas, los lobbys y el entramado clientelar que constituyen las puertas giratorias politica canaria-turismo, van a "dejarse gobernar" porque 200.000 canarios quieren "ponerle límite" a su avaricia.

El ingenuo ecologismo creyó en las leyes, en los jueces, en los tribunales propios y fuereños. Creyó en las figuras de protección,en la planes generales, en la ordenación del territorio, en el escudo que significarían los estudios de impacto ambiental. Creyó en la UE, en sus comisarios, los eurodiputados, sus comisiones. Creyó en las izquierdas, en las flores que fueron floreros, en las instituciones de lo que no es más que una colonia.

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Creyó en que llovería hacia arriba, que la lógica y el sentido común puede imperar frente a la dictadura del mercado y el dinero.

Y así las cosas, ahora dice sorprenderse del silencio de Clavijo, del intento de manipulación electoral de los eunucos, del cerrojo informativo de los medios que parecieron "verdes" ayer. Y así las cosas, creyendo que dándole al poder un mes y medio de reflexión y unas elecciones de por medio, volvería con ganas de firmar su derrota, pero lo cierto es que sólo se ha perdido tiempo y a saber si también parte del potencial adquirido.

Algún ecologista, convertido en asesor político, ya anuncia que no habrá ninguna movilización más hasta Octubre. Que la primavera Canaria será otoño. Que no se qué de organizar una manifestación en 160 ciudades al mismo y pa' casa otra vez. Medio año hibernados para una "performance" más.

Para ecologismo el que paró con sus cuerpos las obras de Cuna del Alma, el que se subió a las grúas en La Tejita, el que rompe el entubamiento del agua en La Mina, el que se atrincheró en Arguineguín, el que se puso delante de los tractores en las Charcas de San Lorenzo, el que se abraza a una palmera para que no la talen. Para ecologismo el que pone su vida y su cuerpo en una huelga de hambre, el que boicotea unas jornadas, el que cierra al tráfico un acceso, el que se enfrenta a un turista desaprensivo. 

El ecologismo canario, el pueblo canario en peso defendiendo su paraíso natural, debe decidir qué papel quiere jugar: el de la ingenuidad o el del activismo de acción directa.

Si el poder no quieren negociar habrá que rodear hoteles, cerrar aeropuertos, encerrarnos dentro del Parlamento. Al que pone en peligro nuestro futuro hay que hacerle entender que podemos ponerle en peligro el suyo y el de su negocio. Si ellos no están por frenarse, frenaremos sus negocios y beneficios.

Muchas vidas están en juego por su avaricia y sin razón. Hablamos de legítima defensa.