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"Nos han robado nuestra tierra": voces de la histórica manifestación en las zonas turísticas de Canarias

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Hoy, las zonas turísticas de Canarias fueron escenario de un evento sin precedentes. No fue una manifestación más, sino una verdadera explosión de descontento que reunió a decenas de miles de canarios. Armados con banderas y pancartas, ocuparon los espacios que durante décadas han sido dominados por los gigantes hoteleros. En cada rostro y en cada grito resonaba una misma convicción: "Canarias ha llegado al límite".

Hablamos con muchos de los que formaron parte de esta marea humana que, por primera vez, se plantó "cara a cara" frente a las grandes multinacionales del turismo. Sus voces, cargadas de frustración y esperanza, nos permiten entender la profundidad del malestar que recorre el archipiélago.

"Nos han robado nuestra tierra", afirma con firmeza Yaiza González, de 32 años, residente en el sur de Gran Canaria. “No se trata solo del turismo, se trata de que han convertido nuestras costas en un negocio para unos pocos. Aquí, en mi propio pueblo, no puedo pagar un alquiler decente porque todo es para los turistas. Los sueldos no suben, los alquileres sí. Nos tratan como extraños en nuestra propia casa”. Yaiza, que trabaja como camarera en un hotel, explica que muchos de sus compañeros se ven obligados a compartir viviendas en condiciones precarias debido al alza descontrolada de los precios del alquiler.

José Manuel Santana, un hombre de 48 años que ha vivido toda su vida en Tenerife, no oculta su indignación. "Llevo trabajando 20 años en el sector de la construcción, y lo que más duele es ver cómo hemos levantado esos hoteles con nuestras manos, pero ni siquiera podemos disfrutar de nuestras playas sin que estén abarrotadas de hamacas. Nos vendieron que el turismo sería nuestro futuro, pero solo unos pocos se han beneficiado. Esto es colonialismo moderno, nos están expulsando poco a poco", dice con los ojos cargados de rabia.

Para Alicia Ramírez, de 27 años, estudiante de Historia en la Universidad de La Laguna, la lucha va más allá de lo económico. "Es una cuestión de identidad", nos cuenta, mientras sujeta una pancarta que dice "No es turismo, es colonialismo". "Nos han reducido a proveedores de servicios, a decorado exótico para los turistas. Canarias no es un parque temático, tenemos una historia, una cultura que se está perdiendo bajo el peso del cemento y la masificación turística. Hoy estamos aquí para recordar que esta tierra es nuestra y no vamos a seguir callados".

Uno de los momentos más emotivos de la jornada lo protagonizó Carmelo Rodríguez, un agricultor de 64 años, que se sumó a la marcha desde el norte de Gran Canaria. "Mire, he visto cómo el turismo ha destruido campos que antes nos daban de comer. Los jóvenes ya no quieren trabajar la tierra porque no hay futuro en ella. Se lo están llevando todo, hasta el agua. ¿Cómo quieren que sigamos cultivando si lo que queda es para llenar piscinas y jardines de lujo? Esto no puede seguir así", exclamó con voz quebrada.

A lo largo del recorrido, se escuchaba una frase repetida como un eco en cada esquina: "Canarias tiene un límite". Hablamos con Nayra Hernández, de 23 años, activista por la vivienda, que nos cuenta cómo la gente más joven está perdiendo la fe en poder construir una vida en su propia tierra. "Mi generación ha visto cómo el turismo se lo lleva todo: la tierra, el trabajo digno, el acceso a la vivienda. No podemos permitir que las decisiones de unos pocos sigan hipotecando nuestro futuro. Hoy estamos aquí para decirles que no vamos a permitir que nos sigan echando", explica mientras ayuda a sostener una enorme bandera canaria que cubría una parte del paseo turístico.

Aunque la protesta fue pacífica, el mensaje fue contundente: Canarias no se resigna a ser un destino de sol y playa sin alma. Los manifestantes exigían políticas que pongan fin a lo que consideran una "colonización económica". "Esto no es desarrollo, esto es un saqueo", resumió Juan Francisco Pérez, pescador de 50 años de Lanzarote, quien asegura que el turismo masivo ha contaminado las aguas y arruinado su modo de vida. "Nos prometieron bienestar, pero lo único que nos han dejado son migajas".

La diversidad de voces, edades y profesiones en la manifestación reflejaba que el malestar es transversal. Desde jóvenes universitarios hasta trabajadores del turismo, desde agricultores hasta activistas por la vivienda, todos coinciden en una misma visión: el modelo turístico que domina las islas ha tocado fondo.

"Dirán que lo de hoy fue menos pero es histórico y lo saben, nos dijo Beatriz Martín, una de las organizadoras de la marcha. "Las multinacionales y el Gobierno de Clavijo han subestimado la fuerza del pueblo canario. No somos una colonia, somos una comunidad que exige respeto y justicia. Si nos tratan como a una colonia van a tener que empezar a pensar que se les acabó el abuso".

 

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