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La emocionalidad como arma de la ultraderecha: una lección urgente para la izquierda y el soberanismo canario

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En la era de las redes sociales, la política se libra no tanto en los parlamentos o en los medios tradicionales como en las emociones de los ciudadanos. Esta nueva realidad comunicativa ha beneficiado especialmente a la ultraderecha, que ha sabido dominar el arte de la emocionalidad para movilizar y convencer, dejando a la izquierda, tradicionalmente más racional y discursiva, en una posición rezagada.

La ultraderecha ha construido narrativas simplistas pero poderosamente efectivas que apelan al miedo, la identidad y la nostalgia por un pasado idealizado. Sus mensajes, condensados en eslóganes contundentes y virales, encuentran un terreno fértil en redes sociales, donde las emociones se amplifican y las interacciones se polarizan. Estos relatos han sido su punta de lanza en la denominada "guerra cultural", un enfrentamiento ideológico que va más allá de la política convencional y se centra en cuestiones identitarias, culturales y simbólicas.

Mientras tanto, la izquierda, históricamente defensora de la justicia social, los derechos humanos y la igualdad, parece atrapada en una narrativa racionalista que a menudo falla en conectar emocionalmente con las personas. En un contexto donde la viralidad premia lo breve y emocional, las largas argumentaciones y los análisis complejos son percibidos como distantes o elitistas. La desconexión con las bases populares, unida a una fragmentación interna, ha dificultado aún más su capacidad de articular un relato que inspire y movilice.

Sin embargo, no es solo la izquierda tradicional la que enfrenta este desafío. En territorios como Canarias, el soberanismo también se encuentra en una encrucijada. Frente al avance de un españolismo ultra que enarbola banderas de unidad nacional y rechaza cualquier forma de diversidad o autogobierno, el soberanismo canario necesita renovar su discurso y, sobre todo, su estrategia comunicativa. En este contexto, es fundamental que se reconozca la importancia de las emociones en la construcción de un relato identitario que no solo sea político, sino profundamente humano y cultural.

Lecciones de la ultraderecha: usar la emocionalidad sin ceder en los principios

El éxito de la ultraderecha en redes sociales no se debe únicamente a su uso del miedo y la confrontación; también reside en su capacidad para simplificar problemas complejos y proponer soluciones aparentes, aunque muchas veces sean falaces. La izquierda y el soberanismo no pueden ni deben imitar este enfoque en términos de contenido, pero sí deben aprender de su forma.

La clave está en construir relatos que emocionen y conecten con las preocupaciones reales de las personas. Temas como el cambio climático, la justicia social o el autogobierno no deben ser tratados solo como problemas a resolver, sino como causas que emocionen e inspiren. Se necesitan narrativas que apelen al orgullo, a la esperanza y a un sentido colectivo de pertenencia, sin caer en el simplismo ni en el cinismo.

Por ejemplo, en Canarias, el soberanismo debe ser capaz de transmitir no solo la importancia de la soberanía política, sino también la riqueza cultural, histórica y natural de las islas como parte de una identidad diferenciada y digna de ser protegida. El españolismo ultra ha logrado, en parte, equiparar cualquier defensa de la identidad propia con separatismo o radicalismo. Es imperativo romper con ese marco y construir uno nuevo, donde el soberanismo se presente como una apuesta por el futuro, la sostenibilidad y la justicia para los canarios.

Rearmarse para la batalla cultural

La izquierda y el soberanismo tienen la responsabilidad urgente de rearmarse para esta batalla cultural. Esto implica no solo fortalecer su presencia en redes sociales, sino también renovar su discurso para hacerlo más accesible y emocionalmente resonante. Necesitamos liderazgos que inspiren, narrativas que emocionen y estrategias que conecten con los nuevos públicos.

Es hora de abandonar la idea de que los hechos y los argumentos son suficientes para ganar debates. En el campo de la comunicación política actual, las emociones son tan importantes como la razón. La izquierda debe reivindicar su capacidad para inspirar y movilizar a través de relatos que enciendan la esperanza y el sentido de justicia.

En Canarias, esta batalla cultural es aún más urgente, ya que no se trata solo de un enfrentamiento ideológico, sino también de una lucha por la identidad y la autodeterminación. Neutralizar el avance del españolismo ultra pasa por construir un relato soberanista inclusivo, moderno y profundamente emocional que conecte con los corazones y las mentes de los canarios.

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