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El Gobierno de Canarias, presidido por Fernando Clavijo, ha presentado con gran pompa un paquete de 51 medidas que, según el Ejecutivo, buscan transformar el modelo económico de Canarias. Sin embargo, el acto celebrado en la Conferencia de Presidentes ha dejado más dudas que certezas. Críticos señalan que muchas de las propuestas son irrealizables, insuficientes o demasiado tardías para frenar el colapso social y ambiental que ya asoma en el Archipiélago. Además, algunos analistas advierten que la tan publicitada transición energética podría convertirse en el nuevo negocio del siglo, con el Archipiélago como simple plataforma extractiva en manos foráneas. La situación no es nueva: la plena integración de Canarias en la Unión Europea abrió la puerta a lo que muchos consideran una segunda conquista y colonización europea. Y hoy, como ayer, "nativos" vendepatrias siguen obedeciendo al poder externo a cambio de salvar sus mediocres privilegios.
Un modelo atrapado en la dependencia estructural
La integración de Canarias en la Unión Europea, lejos de ser un vehículo para la soberanía económica, consolidó la subordinación del Archipiélago a los intereses de Bruselas y de las grandes potencias económicas. Las políticas de libre comercio han devastado el tejido productivo local, especialmente en sectores clave como la agricultura y la pesca, mientras los beneficios del Régimen Económico y Fiscal (REF) se concentran en manos de unas pocas élites.
Las medidas anunciadas por el Gobierno de Canarias no abordan esta realidad. Propuestas como la diversificación económica o la soberanía alimentaria son incompatibles con un marco europeo diseñado para perpetuar el rol de Canarias como una economía de servicios, dependiente de las importaciones y dominada por intereses foráneos. Los dirigentes canarios, lejos de plantar cara a este modelo, parecen dispuestos a perpetuarlo.
La transición energética: la nueva colonización económica
Entre las medidas estrella, la transición energética destaca como una gran promesa, pero también como un gran engaño. Aunque se presenta como un paso hacia la sostenibilidad, lo cierto es que reproduce las mismas dinámicas de dependencia y saqueo que caracterizan al modelo turístico.
Control extranjero: Los principales proyectos de energías renovables en Canarias están en manos de multinacionales y fondos de inversión externos que monopolizan la inversión y los beneficios. El modelo no permite que los canarios gestionen sus propios recursos naturales, convirtiendo la transición energética en un negocio extractivo más.
Transferencia de riqueza: Como ocurre con el turismo, la mayor parte de los beneficios generados por la energía renovable se transfieren fuera del Archipiélago, perpetuando la pobreza estructural y la dependencia económica.
Especulación: La instalación masiva de infraestructuras renovables está transformando terrenos agrícolas y naturales en plataformas industriales, beneficiando a especuladores mientras desplaza a comunidades locales. Todo ello, sin garantizar que la energía generada sea accesible o asequible para los canarios.
Sostenibilidad vacía y promesas de largo plazo
El discurso de sostenibilidad del Gobierno de Canarias resulta patético e indignante si se compara con su política turística. Apenas dos días antes de la presentación de estas medidas, los mismos dirigentes asistían a una feria internacional de turismo rogando por más visitantes. Peor aún, mientras hablan de sostenibilidad, tienen planeado autorizar la creación de más de 300.000 nuevas camas turísticas, perpetuando un modelo insostenible que devora recursos y territorio. Entre estos dirigentes destaca Antonio Morales, cuyo discurso ambientalista choca de frente con sus decisiones políticas.
Además, muchas de las propuestas, como la creación de empleo verde o la transición energética, tienen un horizonte de implementación a 10 o 15 años. Esto no solo es inaceptable para un territorio en crisis, sino que resulta inútil frente a la urgencia de problemas como la crisis hídrica, la pobreza estructural y el colapso ambiental.
Complicidad política y mediocridad
La clase política canaria, más interesada en mantener sus privilegios que en defender los intereses del pueblo, es cómplice de esta situación. Todos los partidos han participado en algún momento en la consolidación de este modelo dependiente, desde la integración en la UE hasta la defensa de las políticas extractivistas y especulativas. Los "nativos vendepatrias" de hoy, al igual que los colaboracionistas de la primera colonización, están dispuestos a sacrificar la tierra y el bienestar de los canarios para obedecer órdenes externas y salvar sus mediocres privilegios.
¿Un cambio o una nueva excusa?
Las 51 medidas presentadas por Clavijo no son un cambio de modelo, sino un maquillaje para ganar tiempo y perpetuar la dependencia. En un Archipiélago asfixiado por la pobreza, el deterioro ambiental y la especulación, las soluciones superficiales y a largo plazo no bastan. Los críticos lo tienen claro: "Canarias no necesita una nueva transición extractiva, sino soberanía real sobre sus recursos. Lo demás es repetir el pasado: obedecer a los de fuera y dejar a Canarias en el mismo lugar de siempre".
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