
Nuevos estudios confirman la huella amazigh en Canarias
Como si de una losa se tratara, la ciencia desde diferentes vertientes se empeña en levantar "el barro" con que el encubrimiento colonialista quiso sepultar nuestra estrecha vinculación con el continente del que formamos parte:África. Los últimos hallazgos así lo cimentan por enésima vez.
LA BAJA DEL SECRETO16 de marzo de 2025 Alejandro Suárez
Las últimas investigaciones lingüísticas, genéticas, históricas y culturales refuerzan la tesis de que los primeros habitantes de Canarias procedían del tronco amazigh (bereber) norteafricano. Expertos señalan que la antigua lengua guanche –hablada por los aborígenes insulares antes de la conquista castellana– era una variante del amazigh, y la genética moderna demuestra que buena parte del ADN canario actual proviene de aquellos pobladores originales. Estos hallazgos, respaldados por académicos y recientes estudios científicos, subrayan la continuidad de la identidad amazigh en Canarias y su resistencia histórica frente a la colonización europea.
Orígenes norteafricanos de los primeros canarios
Numerosos estudios arqueológicos, lingüísticos y genéticos sitúan el origen geográfico de los aborígenes canarios en el norte de África. De hecho, las crónicas europeas de la Conquista ya describían a los isleños como pueblos similares a los bereberes, con idiomas emparentados con los de éstos. Investigaciones recientes han aportado pruebas concluyentes: “Sabemos que los primeros pobladores tienen un origen norteafricano, pertenecen a la cultura amazigh y poblaron todas las Islas” afirma José Farrujia de la Rosa, doctor en Historia de la Universidad de La Laguna. Dataciones en yacimientos arqueológicos confirman presencia humana en el archipiélago desde el siglo V a.C., previo a la llegada de los romanos al norte de África, lo que sugiere un poblamiento amazigh puro en época prerromana.
Desde el ámbito genético, los avances también avalan esta procedencia. Un estudio paleogenómico internacional publicado en Nature Communications (2023) reveló que los antiguos habitantes de Canarias eran genéticamente muy similares a poblaciones neolíticas de Marruecos de hace 5.000 años. Estos primeros canarios poseían una mezcla de ascendencia norteafricana mayoritaria con algún aporte euro-mediterráneo antiguo, reflejo de migraciones humanas prehistóricas en el Magreb. “Hemos visto que no fue un poblamiento fortuito de unos pocos individuos que llegaran por azar”, explica Rosa Fregel, genetista de la Universidad de La Laguna, enfatizando que la colonización inicial fue planificada, con grupos humanos que trajeron animales domésticos y semillas. Este asalto deliberado al océano indica que los bereberes de la antigüedad tuvieron la capacidad náutica y organizativa para establecerse en las islas.
Las diferencias entre islas sugieren incluso varias oleadas o zonas de procedencia norteafricana. El estudio genómico halló que las islas orientales (más cercanas al continente, como Fuerteventura o Lanzarote) mostraban un componente genético europeo prehistórico algo mayor, mientras las occidentales (Tenerife, La Palma, etc.) tenían más pura la huella norteafricana. Esto podría deberse a migraciones distintas desde regiones amazigh diferentes del continente. En cualquier caso, la parentesco con los bereberes es indudable: la genética aborigen canaria pertenece al mismo tronco que las poblaciones amazigh del norte de África.
Lengua guanche y su conexión con el amazigh
Las antiguas lenguas de los aborígenes canarios eran claramente de origen amazigh, según confirman filólogos e historiadores. Aunque desaparecieron como lenguas vivas tras la conquista, su rastro persiste en miles de topónimos y vocablos locales. “Lo poco que ha quedado del guanche no son más que palabras sueltas, aisladas de todo contexto”, señala un estudio del filólogo Maximiano Trapero, que estima que un 85% del léxico guanche superviviente son nombres de lugar, junto a un 5% de antropónimos (nombres de persona) y apenas un 10% de nombres comunes. Esos topónimos –auténticos fósiles lingüísticos– constituyen los últimos vestigios de una lengua perdida. Ejemplos sobran en el mapa canario: Gáldar, Telde, Arona, Tegeste o Icod, entre otros, derivan de voces aborígenes bereberes, al igual que nombres personales tradicionales como Acorán, Bencomo o Guacimara.
Un proyecto de investigación emprendido por la Dirección General de Patrimonio del Gobierno canario en 2025 ha comparado sistemáticamente las lenguas insulares antiguas con 20 variantes amazigh continentales. Liderado por el lingüista Massinissa Garaoun, el estudio analizó más de mil topónimos de origen amazigh en todas las islas, enfocándose en términos básicos del cuerpo humano (cabeza, rostro, ojos, etc.) que tienden a conservarse sin préstamos. Los resultados afirman la filiación genética del guanche con el amazigh y revelan una notable homogeneidad lingüística entre islas, lo que indica que los distintos núcleos insulares compartían un mismo tronco idiomático bereber. Asimismo, los investigadores encontraron paralelismos específicos con dialectos del grupo masmuda del Atlas marroquí (como el tashelhit de los chleuh del sur de Marruecos), apuntando a que los primeros habitantes de Canarias podrían haber migrado desde la región atlántica de Marruecos. “Diversos indicios apuntan a una proximidad genética con las lenguas de los Masmudas”, explica Garaoun, lo que conecta a Canarias con una de las tribus bereberes más antiguas del norte de África.
Paralelamente, arqueólogos han desenterrado evidencias epigráficas esclarecedoras. Varias inscripciones rupestres encontradas en Tenerife, escritas con alfabeto líbico-bereber, han podido ser descifradas recientemente, mostrando morfemas y rasgos dialectales que se corresponden con la toponimia guanche conocida. Este descubrimiento confirma que los antiguos canarios utilizaron escritura bereber y sugiere que la mantuvieron hasta la misma época de la Conquista castellana. En palabras de las investigadoras Irma Mora y Renata Springer, este hallazgo “sugiere la persistencia de la escritura [amazigh] hasta la Conquista”, desmontando la vieja creencia de que los guanches eran álogos (sin escritura). Todo ello refuerza la conexión directa entre las lenguas canarias prehispánicas y el tamazight norteafricano, una relación que los expertos consideran ya indudable.
Cultura ancestral y resistencia tras la conquista
Figuras modernas del ídolo de Tara, deidad femenina de la fecundidad en la cultura aborigen canaria, actualmente vendidas como souvenir en Tenerife. La herencia cultural amazigh se ha filtrado en muchas tradiciones isleñas, pese al dominio colonial. Tras la incorporación de Canarias a la Corona de Castilla (completada en 1496), la población aborigen sufrió un drástico proceso de aculturación. Rosa Fregel señala que la colonización europea supuso “una mezcla completa” en la sociedad insular, en contraste con otros lugares donde pervivieron núcleos indígenas con lengua y cultura propias. Aún así, vestigios importantes de la cultura guanche lograron sobrevivir de forma encubierta o adaptada. Por ejemplo, se ha documentado que el idioma aborigen se siguió hablando durante al menos un siglo tras la conquista en ciertas zonas y contextos. Solo gradualmente, y por decisión de los propios nativos ante la presión y poca practicidad frente al castellano, dejó de transmitirse a las nuevas generaciones. El último registro conocido del uso del guanche data de finales del siglo XVI, lo que evidencia esa sorprendente resistencia lingüística a la asimilación.
En el plano material y social, muchos indígenas evitaron la plena integración manteniendo sus usos tradicionales en los márgenes de la nueva sociedad colonial. Los cronistas castellanos llamaron despectivamente “magos” y “mauros” a los aborígenes que conservaron costumbres ancestrales alejados de las ciudades y villas españolas. Mago, derivado de Magec (el dios solar guanche), y mauro (de “moro”), fueron términos usados para estigmatizar a quienes persistían con un modo de vida considerado “atrasado” por el poder colonial. Sin embargo, esas comunidades rurales lograron preservar saberes y prácticas amazigh: siguieron habitando en cuevas naturales durante generaciones, y muchas de sus artes se integraron en la cultura popular. Tradiciones como el salto del pastor (técnica de desplazamiento con lanza por terrenos escarpados), el juego del palo (esgrima con bastones), la lucha canaria (forma de combate cuerpo a cuerpo) o el famoso silbo gomero (lenguaje silbado) aún perviven hoy como señas distintivas del folclore canario. Si bien su significación original pudo diluirse –por ejemplo, símbolos aborígenes de la fertilidad o del sol hoy se usan decorativamente, desvinculados de su sentido sagrado–, el mero hecho de conservar estas prácticas habla de una resistencia cultural latente a lo largo de los siglos.
Esa resistencia también tuvo episodios abiertos de confrontación. Aunque la conquista militar culminó a finales del siglo XV, hubo focos de rebeldía indígena en décadas posteriores. Las llamadas revueltas de los “alzados” –grupos de canarios originarios huidos a las montañas– perduraron hasta bien entrado el siglo XVI e incluso comienzos del XVII, desafiando al control colonial en islas como Tenerife, La Palma o Gran Canaria. Estos últimos guerreros guanches, aun sin posibilidades reales frente al poderío castellano, simbolizaron la negativa de un pueblo a desaparecer. Sus actos de insurgencia fueron brutalmente reprimidos, pero dejaron un eco en la memoria colectiva que se revive en leyendas locales y en la reivindicación moderna del espíritu de resistencia.
La identidad amazigh en la Canarias actual
Lejos de ser un asunto del pasado remoto, la herencia amazigh forma parte del imaginario identitario canario contemporáneo. Diversos movimientos culturales y políticos del siglo XX rescataron la figura del guanche como símbolo de las raíces isleñas y de la oposición al colonialismo. Ya en la década de 1970, el movimiento por la independencia del MPAIAC enfatizaba el componente bereber en la identidad canaria, difundiendo que *“los estudios más recientes sobre los guanches han puesto en evidencia el carácter bereber de nuestro pueblo autóctono, cuyo lenguaje fue una rama berberófona de los pueblos del África del Norte”*. En su discurso, aun cuando el canario moderno lleve apellidos españoles y hable en castellano, “no se siente ni se ha sentido nunca hispano”, reivindicando con orgullo su ascendencia guanche y el rechazo a la identidad impuesta por el colonizador. Esta corriente de pensamiento indigenista ha permeado el debate social, convirtiendo a lo guanche/amazigh en eje central de la canariedad para muchos. “Lo indígena –lo guanche/amazigh– se ha vuelto el elemento que da consistencia a las particularidades de la comunidad canaria”, señala un análisis histórico-cultural, reflejando cómo la búsqueda de referentes comunes ha situado a los antiguos isleños como fundamento de la identidad actual.
La academia y las instituciones también acompañan esta revalorización. En el ámbito educativo, existe una asignatura de Historia y Geografía de Canarias en secundaria –cuya obligatoriedad suscitó polémica en 2022– que pretende inculcar a los jóvenes el conocimiento del pasado prehispánico. Por su parte, el Gobierno autónomo ha apoyado proyectos de investigación sobre el patrimonio bereber insular. “La ampliación del conocimiento sobre el patrimonio lingüístico del archipiélago refuerza la identidad y fomenta la memoria histórica”, afirma Miguel Ángel Clavijo, director general de Patrimonio Cultural de Canarias. Este responsable subraya la importancia de visibilizar la historia común entre el norte de África y Canarias para concienciar a la población sobre sus raíces compartidas. Incluso a nivel internacional, Canarias se reconoce como parte de la gran familia tamazgha (el conjunto de pueblos amazigh): no en vano, la actual bandera pan-amazigh de color azul, verde y amarillo fue creada precisamente en las Islas Canarias en 1997, durante el I Congreso Mundial Amazigh celebrado en Tafira (Gran Canaria).
En el terreno genético, los canarios de hoy llevan en la sangre esa mezcla de orígenes que cuenta la historia del archipiélago. Aunque predomina la ascendencia europea peninsular por efecto de cinco siglos de colonización, la ciencia ha comprobado que hasta un 56% del ADN mitocondrial (de línea materna) de los canarios actuales es heredado de los aborígenes. Esto indica que más de la mitad de las madres ancestrales de la población isleña eran guanches. En islas como La Gomera, Lanzarote o Fuerteventura la proporción de linaje materno indígena supera incluso el 50%. Como resume Fregel, “en Canarias, la población es bastante homogénea en cuanto a la contribución de poblaciones europeas, subsaharianas y aborigen; todos somos descendientes de todos”. Es decir, el pueblo canario actual es fruto de un intenso mestizaje, pero en ese crisol pervive claramente el legado genético amazigh de sus primeros habitantes.
Cinco siglos después de la conquista, Canarias mantiene viva la llama de su identidad amazigh de múltiples formas. Desde la lengua (con miles de nombres guanches en su geografía), pasando por la cultura (juegos tradicionales, rituales y creencias adaptadas) hasta la genética y la conciencia social, la huella de los antiguos bereberes insulares no se ha borrado. Por el contrario, recobra fuerza a medida que se investiga más sobre ella. Para los sectores canarios de orientación anticolonial, estos hallazgos científicos ofrecen un poderoso respaldo a algo que siempre sostuvieron: que bajo la piel mestiza del archipiélago late el corazón ancestral de un pueblo amazigh que nunca fue totalmente derrotado. Cada nuevo estudio sobre el pasado indígena refuerza el orgullo de unas raíces únicas y la voluntad de mantenerlas vivas frente al olvido. Como concluye Clavijo, conocer esta herencia “promueve una mayor sensibilización” sobre la verdadera historia de Canarias, una historia de resistencia y continuidad que sigue escribiéndose hasta nuestros días.
Fuentes: Estudios de la U. de La Laguna y Nature Communications; Revista 360º de Periodismo; Canarias7; RTVC Noticias; El País Canario; eldiario.es, entre otros.


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