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CANARIAS COMO COLONIA

EN DEFENSA PROPIA03 de agosto de 2024 Nieves Rodríguez
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A quien escribe ya nada le sorprende. Menos aún las declaraciones políticas de quienes componen este gobierno. En un país donde un partido “Se acabó la fiesta”, de un influencer, alcanza votos suficientes para entrar en el parlamento europeo y donde los políticos hacen declaraciones como si fuesen instagramers, ya todo es posible. La simplificación del discurso alcanza cuotas de preescolar y la formación intelectual de nuestros gobernantes es simplemente vergonzosa. 


Se ha extendido tanto la narrativa popular que, han convertido el “hablar para el pueblo” en un ejercicio de cinismo calculado con una prosa vulgar y simplista.  
Sin embargo, hay ocasiones donde a una le sorprende declaraciones como las hechas por el presidente del Gobierno Canario, Fernando Clavijo, que han pasado sin respuesta ni gloria por parte de los demás partidos. Clavijo afirmó en una entrevista que “en ocasiones la Administración del Estado trata al archipiélago "como una colonia" y por ello es preciso "levantar la voz". Sorprende una afirmación como esta procedente de un presidente y de un partido, que han estado gobernando más de una veintena de años en Canarias. ¿Qué han hecho en todo este tiempo para superar esta situación? 


Si buscamos la definición de “colonialismo” leemos que es el "régimen político y económico en el que un Estado controla y explota un territorio ajeno al suyo". Ocurre cuando una nación subyuga a otra, conquistando a su población y explotándola, a menudo imponiendo su propio idioma y valores culturales a su pueblo”.


Por una vez parece que el presidente dice una verdad que es incontestable, pero lo que resulta curioso es el vasallaje que este gobierno ha tenido con todos los partidos centralistas, gobierne quien gobierne y admitiendo la existencia de una desigualdad histórica, que de alguna manera les conviene. Pues, como todos sabemos, las ayudas recibidas de la U.E para Canarias, como región ultraperiférica, es un regalo envenenado que el gobierno acoge por su condición de colonia europea, punto estratégico y neurálgico para su control de las fronteras.  


Esta posición política de Canarias, como colonia sería hasta aceptable si, los términos económicos y la situación social en el archipiélago fuese otra, pero desgraciadamente, no lo es. El grado de corrupción en las islas es alarmante, no solo por las comisiones y desfalcos que descubrimos cada día a manos de asesores, comisionistas o gobernantes y por el despilfarro en obras que nunca acaban, sino por el empeño en convertir a Canarias en un escenario cinematográfico donde se escenifican unas películas de indios, donde los soldados americanos siempre ganan. Un territorio masificado y depauperado, expoliado y adocenado, cuya única empresa es el sector turístico que explota a los nativos y donde pasan sus vacaciones los ricos europeos. 


Por una vez, Clavijo ha definido correctamente la situación política de canarias, somos una colonia, pero ya no basta con levantar la voz, ya lo hizo el pueblo canario el 20 A, y el mismo Fajardo dijo que, al pueblo había que oírlo, a lo que el presidente de la patronal hotelera y extrahotelera de Santa Cruz de Tenerife (Ashotel)  respondió, sin un ápice de vergüenza, que “había escuchado al pueblo y que subirían el salario en el sector hotelero, pero que antes, los sindicatos deben quitar la demanda que les habían hecho por el complemento de  antigüedad”.


Este es el nivel de nuestros empresarios, y de lo que le han permitido los gobernantes, quienes desean que siga siendo una colonia para poder seguir expropiando, expoliando, aprovechándose del abandono secular de esta colonia, y exprimiendo a una sociedad que va camino de perder su historia y su idiosincrasia. 


Ya no basta alzar la voz sino iniciar un proceso de cambio interno y profundo. Esto solo puede iniciarse a través de la cultura y de lo que supone: el amor a tu propia tierra, a su patrimonio y legado cultural, que nos salvará de tanta insustancialidad y desconocimiento.


Solo la cultura nos hará más fuertes, una vez conozcamos nuestra historia y nuestras fortalezas. Solo con el conocimiento de la realidad, de las circunstancias que nos conforman, podremos liberarnos del yugo colonialista y, de este modo, tendremos el arrojo y la fuerza necesaria para cambiar los hechos y pasar, definitivamente, de ser una colonia a una nación con todos sus derechos. 


Nieves Rodríguez Rivera