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Canarias, abandonada: la metrópoli deja al archipiélago solo frente a la crisis migratoria y humanitaria

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Las promesas de apoyo diplomático y nacional se esfuman mientras la realidad desvela que Canarias es tratada como una frontera de segunda, alejada de las prioridades de España y la Unión Europea.

Desde el inicio de la crisis migratoria en Canarias, se intentó convencer al gobierno local de que la metrópoli pondría en marcha todos los mecanismos diplomáticos y recursos necesarios para mitigar el impacto social y humanitario. Sin embargo, la realidad ha sido muy distinta. El fracaso diplomático, primero, y la posterior incapacidad de la administración española para compartir la carga de la acogida de migrantes, han dejado al descubierto una verdad incómoda: Canarias no es tratada como parte integral de España ni de la Unión Europea.

Las promesas iniciales de solidaridad por parte del gobierno central y las instituciones europeas han resultado ser un espejismo. España, que aseguró que no dejaría sola a Canarias, ha incumplido, y Bruselas parece haber dado la espalda a una crisis que afecta a miles de personas en las costas del archipiélago. La crudeza de los hechos deja claro que la dependencia del gobierno canario de Madrid le ha dejado sin capacidad para enfrentarse a una situación que día a día se desborda más.

La realidad, hoy más evidente que nunca, es que la situación que vive Canarias sería impensable en otras "fronteras" del Estado o la UE. Lo que sucede en Ceuta, Melilla o incluso en Lampedusa ha recibido un trato completamente distinto, con recursos y atención que han sido negados al archipiélago canario. El aislamiento y el abandono que sufre Canarias muestran con claridad que, para la metrópoli, el archipiélago es poco más que una colonia, un territorio al que se le niega el derecho de defenderse incluso por la vía judicial.

Mientras el gobierno de Fernando Clavijo, con el respaldo del PP, intenta mantener una postura conciliadora, la situación ha dejado en evidencia su impotencia. La incapacidad para hacer frente a esta crisis con el apoyo de Madrid o Bruselas ha desnudado al "dependentismo vasallo" del que tanto se habla, y que se encuentra hoy completamente desprotegido ante la inacción de la metrópoli.

Lo que ocurre a diario en Canarias es una prueba palpable de que no es tratada ni como España ni como parte de la UE. Las promesas se han convertido en mentiras, y la realidad ha dejado "con el culo al aire" a un gobierno local que lucha por mantener un control que nunca ha tenido del todo. El futuro del archipiélago, bajo estas condiciones, parece cada vez más incierto, mientras sus habitantes son testigos del abandono de quienes deberían estar a su lado.

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