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EL "SUEÑO ESPAÑOL": ESA GRAN MENTIRA COLECTIVA PARA NO QUERER VER MÁS ALLÁ.

No hay peor cadena que la mental, ni peor estima que la que no se tiene. El sueño español es en verdad "la siesta del dependentista" que vive bien, la querencia que no llega para el que va escapando y la "pesadilla infinita" para una mayoría instalada en un eterno estado del malestar.

CANARIAS15 de marzo de 2021Semanario LA RAÍZSemanario LA RAÍZ
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A la gran mayoría de los canarios les pasa como a esos millones de inmigrantes de todo el mundo que aspiran llegar a EEUU o la UE para salir de su pobreza, que ponen todas sus expectativas y anhelos en un ideal de vida y logros que, en verdad después, no se hará realidad. El American dream o sueño americano, es una construcción mental creada a partir de una fantasía de un escritor e historiador norteamericano allá por el año 1931, que venía a "vender" algo así como que, "con habilidad y trabajo, podría conseguirse escalar en la sociedad hasta conseguir la riqueza y la total libertad". Este relato acompañado, eso sí, por una dosis de suerte infinita, permitiría incluso que personas de toda condición pudieran conseguirlo, cuando en realidad todos sabemos que, como en todas las sociedades capitalistas, otros valores y no precisamente positivos, cuentan y mucho en ese concebido como éxito social.

De esa misma " escuela del disparate" se nutre lo que hemos querido bautizar como "el sueño español" en Canarias. Esa idea extendida de que alguien nacido o viviendo en este archipiélago, es un ciudadano con los mismos derechos, problemáticas y oportunidades reales que un ciudadano continental español, parte de una premisa más que errónea e igual de prefabricada que la del inmigrante. El sueño español para un canario es pensar que el dinero que ve circular por las islas es sinónimo de riqueza y desarrollo, que por tener una condición administrativa europea se le considera igual que a un alemán, que ser súbdito de un mismo rey le convierte en la misma categoría de cortesano que alguien de la élite de la villa que es su capital.

El “sueño español” es aquel que cree que una ley futura, una mejora fiscal, un régimen que disfrazan de especialísimo, nos convertirá algún día en ese "jardín de belleza sin par" que siempre se queda después en un erial incapaz de dar sustento más allá de las migajas para las élites isleñas que lloran más.

El sueño español para esos canarios que defienden “a balloneta” su españolidad, es una expresión identitaria gratuita, que no exige siquiera reciprocidad ni los respetos mínimos que se le exigirían a alguien que se quiere conseguir un igual; le vale con el arrope de una bandera, con ser el acento más gracioso, el solarium de invierno, los "eternos primavera" que son líderes en todos los indicadores malos  por siempre, pero resistidos con perpleja felicidad.

El “sueño español” de los canarios es viajar a España con descuento, aunque tengas que morir en los pasillos de un hospital, tener los precios de la comida más caros pero los salarios más bajos y sin sindicatos que rechistar. El sueño español es creerse princesa drag siendo en verdad la cenicienta precarizada y obligada a pedir limosna en sus Cortes para aparentar en vez de vivir mejor de verdad, dueña de toda sus riquezas, sin expolio de un Estado que actúa como un forajido sin más.

El sueño español es una construcción mental, como lo es el sueño americano. Es un engaño, una trampa mental, porque aquí sólo viven lejos del malestar no más del 25% de las familias que tienen en las estructuras de la españolidad su sustento asegurado, bien remunerado y socialmente cimentado.

El sueño español en Canarias es en verdad esa pesadilla que no termina de presentarse como tal hasta que despiertas un día y tomas contacto con la realidad de que otra vida sería posible y mejor, de que la que estás viviendo se acaba y no te llegó para ese ideal de vida que te esforzaste pero era imposible materializar.

El sueño español es en verdad una venda, una losa, una atadura mental, que te mantiene resignado a una situación social, económica y cultural que hunde en política concreta y cerrada todo cambio a mejor y de verdad.

Nacer, vivir y morir en Canarias debería dejar de ser compatible con esa españolidad. El sueño de otra Canarias no sólo es posible, sino que es de urgente necesidad.

Antes, durante y después de esta pandemia global, hay un “bicho” del que nos tenemos que vacunar. Un virus que tampoco nos deja respirar como comunidad, que limita nuestras vidas, que ha dejado una secuela en nuestra psique colectiva; nuestra capacidad de hacer de nuestros sueños al fin, un ansiada realidad.

 

 

 

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