Yolanda, o el finiquito definitivo del espíritu del 15M.
Nuestro colaborador Eloy Cuadra analiza y compara los escenarios que derivaron y sirvieron para gestar el 15M y los compara con el contexto en el que Yolanda Díaz pretende levantar su personal Proyecto.
LA BAJA DEL SECRETO13 de julio de 2022 Eloy CuadraLevantamos la vista, hoy toca mirar un poco más allá de lo que pasa en Canarias, aprovechando el debate sobre el Estado de la Nación. Y lo voy a hacer enfocándome en la nueva esperanza blanca, Yolanda, Yolanda, la que suma y construye pero rechaza la impugnación, y con este rechazo, parece, rechaza también todo lo que suene a rebelde, a disidencia, a deconstrucción, a derribo de lo que está manifiestamente mal, para afirmarse en una especie de reformismo posibilista, buenista, muletillero y pactista con el que poder seguir ahí para que nada cambie. Me pregunto cómo ha sucedido, ¿en qué momento hemos pasado de "tomar el cielo por asalto" a "sumar y construir"? ¿Con quién van a sumar y construir?, ¿con este PSOE traicionero, belicista, amigo del márketing, del capital, del control social y de las limosnas? ¿En serio? Pues sí, es lo que parece, y es también el fin definitivo del espíritu rebelde y contestatario que nació un 15 de mayo de 2011 en muchas plazas españolas.
En este punto alguien dirá, "¡caray con este tío siempre a la contra, siempre crítico con todo lo que sale!" Y tal vez tengan razón, suelo ser siempre bastante crítico con lo que hay, pero seamos sinceros: ¿creen ustedes que es para contentarse con lo que hay? Porque lo que hay, empezando por el principio, es una democracia construida sobre una transición, no digamos fallida, digamos que fue la única transición posible, dado el status quo que reinaba en España en aquel momento, si no se quería enfadar demasiado a los de los sables que seguían ahí, tan acostumbrados históricamente a desenvainar en este país. Pero ya está bien, la transición sirvió para lo que sirvió, es hora de plantear una segunda transición mucho más social y equitativa, capaz de construir una democracia con muchas menos prebendas y prerrogativas políticas, con mucha menos aristocracia, menos corrupción intrínseca y menos pernadas. Así las cosas, sí Yolanda o quien quiera que venga por la izquierda del PSOE no plantea una reforma constituyente que reformule en España los tres poderes, lo que quiera que venga será más de lo mismo con rumbo de colisión hacia el empobrecimiento generalizado y la esclavitud. Porque sí, sumar y construir está muy bien, queda muy bonito y muy chachi en una frase, en un discurso, en un texto, pero no se puede sumar ni construir nada sobre un edificio en ruinas, no sin antes destruir, o, como mínimo deconstruir, o lo que es lo mismo, desmontar, desvelar, desenmascarar, algo que la señora Yolanda no parece querer hacer, a tenor de sus últimos movimientos marcando cada vez más distancias con el ala más dura de Unidas-Podemos, tratando de no enfadar al guapo de la película.
Reformulo el asunto de otra manera para que lo entiendan bien. Comparen uno por uno todos los indicadores sociales que había a principios de 2011 en España con los que tenemos hoy, fíjense en el paro juvenil, en la precariedad laboral, en la pobreza, en el deterioro de los servicios públicos, en el encarecimiento y la privatización generalizada de todo lo básico, en la corrupción, en la violencia o en el deterioro del medio ambiente, ¿acaso no estamos infinitamente peor ahora en 2022? Si es así, y convendrán conmigo en que es así, ¿por qué en 2011 la mayoría aplaudió y apoyó como necesario un movimiento de contestación y subversión política como el 15M, y hoy apenas una década después somos todos dóciles corderitos aplaudiendo amorosamente lo primero que dice la última que llega, dispuesta a construir con los que están ahora, que casualmente son los mismos que nos han llevado hasta aquí? Y bueno, si aún no lo ven podemos entrar en detalle y repasar lo que han sido estos tres años del niño maravilla, el señor Sánchez y su agenda "progresista". Preguntémonos, si, ¿qué han hecho desde el gobierno en estos tres años por modificar y mejorar en algo las tres realidades básicas que dominan hoy nuestra sociedad? Contra el empobrecimiento generalizado, contra la violencia y el belicismo imperante, y contra el recorte progresivo de libertades y derechos, ¿qué han hecho desde el gobierno?
Y no sé ustedes pero yo lo que veo, en lo que concierne al empobrecimiento generalizado, es que han mantenido la agenda global sin moverse ni un mínimo, más allá de algunas limosnas (IMV) y alguna reformita leve (Reforma Laboral), manteniéndose firmes en el primer dogma: el capitalismo es la única forma de vida posible. Y así habrían seguido, disimulando, haciendo como que son de izquierdas, de no ser por el amargo despertar que han supuesto la pandemia primero y la guerra después, colocándonos en una situación límite nunca vista en la historia reciente, en la que empezamos a verle las orejas al lobo, con el colapso y la bancarrota de muchas, de millones de empresas y familias en toda España, con el fin anunciado de la clase media y de cualquier atisbo del estado del bienestar. ¿Frente a esto qué hace el señor Sánchez?, ¿qué hace, cuando resulta evidente que la crisis actual y el empobrecimiento subsiguiente no lo son por falta de recursos, lo son porque los recursos y todo lo básico están en manos de unos pocos poderosos que fijan el precio, especulan, limitan su acceso y se enriquecen (un ejemplo, el barril de petróleo en 2008 estaba a 136 dólares, incluso más caro que en 2022, en cambio la gasolina duplica hoy el precio que tenía en 2008)? Y lo que hace, las medidas que adopta, no pasan en absoluto por cambiar las reglas del juego de este capitalismo salvaje de las corporaciones, y así, no hay la más mínima intención de frenar o controlar a las multinacionales energéticas, no se mete mano ni se regula nada, por supuesto que no ha intervenido o nacionalizado ningún sector estratégico (como por cierto sí está haciendo Francia nacionalizando una compañía eléctrica), no se democratizan las energías verdes para hacerlas más baratas y accesibles, no se fiscaliza o controla a los grandes intermediarios que empobrecen al sector primario, no se pone freno a las privatizaciones aceleradas en materias tan esenciales como el agua, la sanidad, la educación, la alimentación, los cuidados o la vivienda, dejando otra vez todos estos derechos esenciales en manos de grandes corporaciones que monopolizan el mercado y fijan los precios haciéndolos cada vez más caros e inaccesibles. Tampoco se tocan las grandes fortunas, ni los beneficios desmesurados de muchas de estas empresas transnacionales, ni se frena la implantación generalizada de los fondos buitre y otras entidades especulativas, muy al contrario, en 2021 el señor Sánchez se fue a EEUU a hablar con algunos fondos buitre, pero no lo hizo para pedirles que se cortaran un poco, fue justo para lo contrario, para que invirtieran más en nuestro país. Tampoco se hace nada por limitar la corrupción o por mejorar nuestros sistemas de participación política (partitocracias). En resumen, en tres años de empobrecimiento progresivo no ha dejado de vacilar a sus socios a la izquierda, sigue sin haber ley de vivienda que sirva ni nada que se le parezca a pesar del drama habitacional que se vive en España, y el único bagaje social que puede presentar es la subida del SMI, devorado ya por la inflación, y algunos parches y subsidios mínimos como el ingreso mínimo vital, más marketing que otra cosa porque apenas llega a una mínima parte, con el descuento de 20 céntimo en la gasolina que se ha demostrado otro robo, y ahora el cheque de 200 euros como limosna, medidas paliativas todas que nada cambian. Y puestos a hablar de empobrecimiento, si alguien sabe de eso es el continente africano, y aquí el señor Sánchez nos presenta la mutación más espectacular, cuando empezó en 2018 sacando pecho con el barco Aquarius lleno de inmigrantes, y termina abrazado a la causa marroquí, traicionando una lucha justa, mirando para otro lado con lo que pasó en Melilla y firmando con la OTAN en Madrid que el problema de la inmigración clandestina de África hacia Europa, síntoma evidente de lo que pasa en el continente negro, es una amenaza más que hay que reprimir militarmente, sembrando miedo y odio contra personas que ninguna culpa tienen, en una declaración que aplaude hasta el mismísimo Abascal, en lugar de abordarlo con un cambio de políticas, aceptando y rectificando el expolio continuado que Occidente ha aplicado con nuestros hermanos africanos.
Y por este camino termina el señor Sánchez mostrando su verdadera cara, abrazando sin rechistar las dinámicas globales, apoyando la guerra sin ambages, aumentando el gasto militar, armando a Ucrania, sin dejar ni un resquicio a la paz o a la diplomacia, apostando claramente por el belicismo imperante, reforzando cada vez más el Estado-Control al que nacimos tras la pandemia, criminalizando, controlando y reprimiendo cada vez más a los disidentes, con la Ley Mordaza del PP que prometió derogar y aún no ha hecho, por ejemplo, o con una Ley de Seguridad Nacional, con la excusa del covid, un texto que habilita al gobierno a confiscar, a expropiar, a espiar y a limitar libertades fundamentales importantes, cuestión ésta muy peligrosa. No hablemos ya de cómo sí se ha preocupado en dar un golpe de mano pasando a controlar el Instituto Nacional de Estadística (INE), el CIS o la empresa Indra, casualidad, la encargada de llevar el registro de las elecciones en España, al margen de ser empresa puntera en tecnología militar y de espionaje. No hablemos ya de cómo controlan desde hace tiempo la mayoría de grandes grupos de comunicación en España, para que la gente escuche y crea cierto lo que ellos quieren, y terminemos asumiendo que los que son pobres lo son por sus propios deméritos (aporofobia), debiendo contentarse con las limosnas que les toquen, aceptando que con lo que te pagarán probablemente ya no tengas nunca coche, porque los que habrá serán eléctricos solo para ricos, y tampoco podrás volar a ningún sitio porque habrá impuesto a los aviones que harán que viajar en avión sea también cosa solo para ricos. ¿Entienden ya cuál es la fórmula, cuál es el plan? Y así podríamos seguir, pues aún nos faltan muchas cosas, pero este artículo ya bastante largo se tornaría interminable. En resumen, esto es lo que pasa cuando se pretenden presentar como progresistas y humanitarios los que no lo son, en un mundo que va cómo va directo al desastre. Conclusión, con los que defienden y trabajan por este sistema político y económico claramente autodestructivo y esclavizante no se puede transigir, ni se puede construir, señora Yolanda, solo se les puede enfrentar y denunciar, de lo contrario será usted más de lo mismo, trabajando para lo mismo.
Eloy Cuadra, escritor y activista social.
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