Italia ultraderecha y España la siguiente: razones para un viraje irremediable.
Italia fue la cuna del fascismo en la década de los años 30 y 40 del siglo pasado como España lo fue de una de sus excresiones: el franquismo. Aún está por ver su nueva expresión, los hermanos de Italia son su versión light o sus dirigentes terminan "homologados" por la UE. Eloy Cuadra profundiza en este artículo, en las razones por las que estas ideas también han "retomado" cuerpo en el Estado Español.
LA BAJA DEL SECRETO28 de septiembre de 2022 Eloy CuadraDos preguntas obligadas, la primera, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?, la segunda, si hay algo que podamos hacer para revertirlo.
Para responder a la primera pregunta fundamental apuntar al origen, y el origen de lo que hoy sucede está básicamente en la forma en la que el capitalismo y su manera de pensar calculadora y cosificante se ha impuesto en la mente y en las vidas de los ciudadanos a este lado del mundo, desde que en 1989 cayó el Muro de Berlín. Es sencillo, una vez que el capitalismo triunfó como modelo económico, para asegurar su pervivencia a perpetuidad debía lograr pasar a dominar con su lógica todos los ámbitos de la vida de las personas, no solo el económico, y eso es lo que ha ido trabajando sin parar en todas estas décadas. La primera consecuencia de la imposición paulatina del lenguaje y las lógicas capitalistas, los gobiernos socialdemócratas de la mayor parte de Europa, incluimos aquí al PSOE, se van adaptando, cediendo, y, en definitiva, claudicando con las directrices económicas generales que marcan los mercados y los grandes poderes económicos liberalizantes, guardando únicamente un mínimo maquillaje social para parecer de izquierdas, pero renunciando progresivamente a conquistas y luchas sociales históricas irrenunciables. Lo siguiente que llegó, resultado lógico de esta claudicación, de este dejar libre al capitalismo campando a sus anchas sin control ni límite alguno a su ambición y necesidad de apropiación, las crisis sobrevenidas que hemos padecido en las últimas décadas, con un aumento incesante de la pobreza y las desigualdades sociales, a la par que los ricos cada vez lo son más y groseramente ricos. Al amparo de las repetidas crisis, con la inclinación a la derecha de las opciones socialdemócratas y el aumento de las desigualdades, queda libre un espacio político más a la izquierda y resurgen o aparecen opciones nuevas o no tan nuevas de corte más social, con raíces marxistas o ecologistas. En buena lógica hay gente que se ilusiona y elige estas opciones, y les acaba llegando su momento, y obtienen representación, y de repente sucede como en España, que acceden a las instituciones, y parece que tenemos un país de izquierdas muy social, pero olvidan sus señorías que a estas alturas de la película hasta el más pobre lleva un capitalista en la cabeza, y el capitalismo ha colonizado ya la mayor parte de la vida de la gente. Este pequeño detalle implica que las izquierdas alternativas que están de milagro en el poder, como ocurre en España, deben hacerlo muy bien para continuar, pues tienen en contra a casi el sistema entero, empezando por el entramado empresarial, pasando por el político y el judicial y terminando en los medios de comunicación. Y así, al poco se dan cuenta que aún estando gobernando la gente sigue teniendo los mismos problemas con la mismas miserias y desigualdades y poco o nada han podido hacer, y no tienen ni las herramientas (dado que las reglas del juego son las del sistema capitalista puro y duro y no hay aparentemente forma de cambiarlas), ni el apoyo mediático, ni el apoyo del capital, ni tan siquiera el apoyo de la mayoría de la gente que a menudo no entiende su lenguaje. Y así es como acaba llegando lo que tenemos hoy en España, unas izquierdas alternativas que han desertado de su cometido originario (¿recuerdan aquello de tomar el cielo por asalto de un tal Iglesias?), bien por cobardía (pues son muchos y muy poderosos los que están enfrente y no se creen capaces o directamente no saben), bien por comodidad (cómo pasa casi siempre cuando un político agarra la poltrona), o bien por una especie de ceguera fanática que los lleva a no ver lo que está pasando ni reparar en sus muchos errores, contentas contentísimas con su proyecto, cuando no presentándose divididas en un montón de partidos e iniciativas.Y así llegamos al punto final de este pequeño recorrido histórico, donde la ciudadanía a este lado del mundo, gracias al trabajo incansable del capitalismo colonizándolo todo, se presenta mayoritariamente alienada con realidades virtuales, superficialidades y atontamientos miles, cuando no asustada o más preocupada en sacar la cabeza y no morir en el intento, sin apenas tiempo, ni ganas, ni formación para asumir ningún tipo de conciencia ciudadana que trascienda más allá de sus problemas particulares. El resultado: una sociedad que navega montada en el ¡Sálvese quien pueda!, totalmente desactivada para las luchas ciudadanas o para cualquier tipo de compromiso político, y mucho menos si se trata de opciones sociales de izquierdas alternativas, a las que ya han apoyado en el pasado reciente aupándolas al poder y no ha servido de nada, más que para hacer de muleta y coartada a la socialdemocracia tramposa del PSOE y otros tantos al servicio de los poderosos. Y poco a poco el ciudadano medio despolitizado y falto de conciencia ciudadana ve cómo la Europa de la tecnocracia y el capital lo sigue fastidiando, con la participación inestimable de nuestras izquierdas oficiales y alternativas, que hasta apoyan sin ambages una guerra generada artificial y forzadamente por intereses económicos, camino de empobrecernos todo lo que no consiguió la pandemia. Por esta vía, con las renuncias, las las traiciones y las cobardías de las izquierdas alternativas, casi la única salida posible al ciudadano medio perdido y fastidiado, un viraje irremediable a la derecha y la ultraderecha como escapatoria, porque al ciudadano español medio que ya sí lleva un capitalista dentro le suena bien lo que la derecha le cuenta, total, es guay lo de pagar menos impuestos, se dicen, con tal de sacarse de encima al gobierno actual que apenas nada ha resuelto, y a muchos les suena también bastante bien esa vuelta a los valores patrios, rancios, cerrados, nacionalistas y hasta xenófobos y racistas de la ultraderecha, con tal de que los saquen de las dinámicas esclavizantes y empobrecedoras que parece traernos Europa y la globalización.
Y hasta aquí la respuesta a la primera pregunta, así hemos llegado hasta este punto, dejando hacer al capitalismo a su antojo, y en España tendremos a las derechas ultras o semiultras del PP y Vox gobernando el año que viene en Madrid, como en la mayoría de CCAA, salvo milagro que lo remedie. Viene ahora la segunda pregunta: ¿hay algo que podamos hacer para evitar este viraje español a la ultraderecha? Y mucho me temo que hay poco que hacer ya con tan escaso tiempo de por medio, soplando como vienen además fuertes los vientos desde las derechas. Casi un milagro, acabo de escribir, y no voy desencaminado, pues es poco menos que una utopía pensar que las izquierdas alternativas se van a unir todas en un proyecto generoso de base social anticapitalista y emancipatorio, y van a perder el miedo a ir contra el sistema, y van a saber hablar al ciudadano medio con un capitalista en la cabeza un lenguaje no ideologizado que puedan entender y hable de las cosas que en verdad les afectan y les importan, y sean además capaces de bajarse de las instituciones y el postureo a la calle, al barro, a sufrir y compartir con los de abajo, predicando con el ejemplo. Y bueno, visto así argumentado, no parece tan complicado, pero, créanme, estos de las izquierdas alternativas están en otro rollo y las ultraderechas van a entrar, entonces veremos qué pasa.
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