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La gran puesta en escena: La Conferencia de Presidentes como teatro político

CANARIASHace 6 horasSemanario LA RAÍZSemanario LA RAÍZ
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La sala estaba preparada para impresionar. En el centro, un atril con el logo del Gobierno de Canarias, flanqueado por banderas cuidadosamente colocadas para reforzar el mensaje de unidad institucional. En las mesas, agua embotellada y folletos con el título "51 medidas para el cambio de modelo económico". Sin embargo, para quienes conocían los entresijos de la política insular, la reunión no era más que una escenografía cuidadosamente diseñada. Un acto donde los presidentes de los cabildos de todos los partidos, desde Coalición Canaria hasta el Partido Popular, el PSOE o Nueva Canarias, acudían no tanto para debatir como para aparentar. Entre ellos, también estaban presentes el vicepresidente del Gobierno de Canarias, Manuel Domínguez, y la consejera de Turismo, Jésica León, ambos del Partido Popular, reforzando la teatralidad de la cita.

Acto 1: El discurso inaugural

Fernando Clavijo fue el primero en hablar. Su tono era solemne, aunque ensayado, como si ya supiera que las cámaras estaban ahí no para captar el fondo de sus palabras, sino la forma. Había sido instruido para no improvisar. Palabras clave como "sostenibilidad", "transición energética" y "diversificación económica" flotaban en el aire. Pero detrás del discurso no había ni un ápice de concreción.

"La Canarias del futuro empieza hoy", dijo Clavijo con un gesto teatral, mientras señalaba un mapa del Archipiélago proyectado en una pantalla gigante. Nadie en la sala se atrevió a interrumpir, aunque varios presidentes de cabildos cruzaron miradas de complicidad, conscientes de que lo que estaba diciendo no se traduciría en nada concreto.

Manuel Domínguez, el vicepresidente, asentía enérgicamente desde su asiento. Jésica León, la consejera de Turismo, tomó notas mientras las cámaras la enfocaban, aunque en el ambiente flotaba la ironía: dos días antes, ambos habían liderado la delegación de Canarias en una feria internacional de turismo, rogando por más visitantes para un modelo que todos sabían insostenible.

Acto 2: Los presidentes venden su humo

Uno a uno, los presidentes de cabildos fueron tomando la palabra. Cada intervención parecía más un spot electoral que una contribución seria al supuesto cambio de modelo.

Antonio Morales (Gran Canaria, Nueva Canarias): Con tono grave, habló de la importancia de las energías renovables, mientras en su isla se tramitaban proyectos turísticos de lujo que contradecían su discurso. "No podemos permitir que sigamos dependiendo del turismo masivo", afirmó, sin mencionar los cientos de nuevas camas turísticas autorizadas por su administración.

Rosa Dávila (Tenerife, Coalición Canaria): Defendió con vehemencia la diversificación económica, aunque omitió mencionar que su Cabildo seguía invirtiendo en promocionar Tenerife como destino turístico global. "Este es un momento histórico para reinventarnos", dijo, mientras miraba de reojo el reloj, sabiendo que debía salir pronto para inaugurar un evento empresarial relacionado con el turismo.

Lola García (Fuerteventura, Coalición Canaria): Hizo una encendida defensa del desarrollo sostenible, aunque sus palabras fueron recibidas con escepticismo por los presentes. Los megaproyectos en su isla, que devoran territorio y recursos, contradicen su retórica. Pero eso no importaba: el objetivo no era convencer, sino salir bien en la foto.

Oswaldo Betancort (Lanzarote, Coalición Canaria): Su intervención fue breve, casi un trámite. Lanzarote, dijo, era un ejemplo de sostenibilidad, ignorando las críticas de colectivos sociales por el auge de los alquileres turísticos y los problemas de acceso a la vivienda. La coherencia era lo de menos.

Sergio Rodríguez (La Palma, Coalición Canaria): Centró su discurso en la reconstrucción tras la erupción volcánica, un tema que arrancó aplausos de cortesía, aunque su enfoque parecía más diseñado para evitar preguntas incómodas sobre la lentitud de la ayuda que para ofrecer soluciones de fondo.

Alpidio Armas (El Hierro, PSOE): Habló de la importancia de la sostenibilidad y la energía renovable, destacando los logros de la isla en este ámbito, aunque omitió mencionar los desafíos pendientes y las críticas sobre la gestión de recursos.

Casimiro Curbelo (La Gomera, Agrupación Socialista Gomera): Destacó la necesidad de un desarrollo equilibrado y sostenible, aunque su discurso fue visto por algunos como una repetición de promesas anteriores sin acciones concretas.

Acto 3: El acuerdo unánime

Al final del evento, como estaba previsto, todos firmaron un documento simbólico respaldando las 51 medidas. El texto, cuidadosamente redactado para no comprometer a nadie, incluía compromisos genéricos sobre sostenibilidad, diversificación y transición energética. Los flashes de las cámaras inmortalizaron el momento. Todos sonreían, conscientes de que la foto sería el titular del día siguiente.

Sin embargo, tras las sonrisas, cada presidente sabía que las medidas eran irreales, que muchas dependían de Bruselas o de presupuestos que no existían, y que otras eran simplemente humo diseñado para ganar tiempo. Nadie lo dijo en voz alta, pero todos lo sabían.

Acto 4: Los corrillos

Tras la firma, la verdadera reunión comenzó en los corrillos. Lejos de los micrófonos, los presidentes intercambiaban críticas, ironías y promesas de apoyo mutuo en otros frentes.

"¿Qué te pareció lo de Clavijo? Mucho hablar de sostenibilidad, pero ¿y las 300.000 camas nuevas que tenemos que aprobar entre todos? Eso no lo menciona", susurró uno de ellos.

"Bah, esto es un paripé. Al final, cada uno hará lo suyo, como siempre", respondió otro, mientras se servía un café.

"No te olvides de que esto va de salir bien en la foto. Nadie va a recordar lo que dijimos aquí dentro", bromeó un tercero.

Acto 5: El cierre

Cuando se dio por terminada la reunión, los asistentes salieron apresurados, algunos con entrevistas pactadas para defender las medidas, otros para no tener que responder preguntas incómodas. La sala quedó vacía, con las botellas de agua a medio consumir y los folletos apilados en las mesas, testigos silenciosos de un acto político que no cambiaría nada.

Ni Domínguez ni León ofrecieron declaraciones al salir. Todo estaba perfectamente calculado: la narrativa pública seguiría siendo de unidad, compromiso y un futuro mejor para Canarias. Pero tras el teatro, el modelo insostenible seguía intacto.

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