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¿Porqué niega el cambio climático la ultraderecha?

Los grupos ultraderechistas siempre han sido la expresión más radical del capitalismo. Nunca representaron los ideales de la humanidad,la justicia, la igualdad, el progreso o la libertad. La mayor parte de sus expresiones históricas han venido acompañadas de la violencia, el terror y la muerte: la negación de la vida. ¿Quien va a creer que su negacionismo va a ser ahora algo diferente?

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El negacionismo climático no es un error ingenuo ni una simple desinformación. Es una estrategia política calculada, tejida en las redes del poder económico y articulada por la ultraderecha para proteger intereses industriales y mantener un modelo económico que beneficia a unos pocos. Este fenómeno, lejos de ser un movimiento espontáneo, es impulsado por lobbies energéticos, think tanks financiados por grandes corporaciones y líderes políticos que venden el miedo al progreso como una herramienta electoral. Desmontar este entramado no solo es posible, sino urgente, porque el cambio climático no espera.

El Bulo de los “Científicos Escépticos”: Fabricando la Duda

Uno de los mayores engaños del negacionismo es la idea de que “no existe consenso científico” sobre el cambio climático. Sin embargo, el 99% de los estudios revisados por pares concluyen que el calentamiento global tiene causas antropogénicas (Cook et al., 2016). Aun así, los negacionistas siguen citando a un puñado de “científicos” cuyas investigaciones están plagadas de conflictos de interés.

Ejemplo clave: Richard Lindzen, exprofesor del MIT, es uno de los principales rostros del escepticismo climático. Lo que rara vez se menciona es que Lindzen ha recibido financiación directa de ExxonMobil durante años. Lo mismo ocurre con Willie Soon, otro científico negacionista vinculado al Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, quien recibió más de 1,2 millones de dólares en fondos de empresas petroleras.

Derribo del bulo: El negacionismo no es ciencia, es mercadotecnia disfrazada. Los mismos actores que niegan el cambio climático son los que antes financiaron campañas para minimizar los efectos del tabaco o la contaminación industrial. Es el mismo manual, con un nuevo enemigo.

Ultraderecha y Élite Económica: Una Alianza Antiecologista

La ultraderecha se presenta como la voz del “pueblo” frente a las élites globalistas, pero ¿a quién benefician realmente sus políticas? Donald Trump aprobó una rebaja fiscal masiva para las grandes empresas mientras eliminaba regulaciones medioambientales, permitiendo que las emisiones de CO₂ aumentaran en un 3,4% en 2018, el mayor incremento en una década. Jair Bolsonaro promovió la tala masiva de la Amazonía mientras las empresas madereras y ganaderas financiaban su campaña electoral.

Este patrón se repite en Europa. Viktor Orbán, en Hungría, ha suavizado las restricciones ambientales para atraer inversión extranjera y favorecer a sus aliados industriales, mientras su gobierno rechaza los objetivos climáticos de la UE. En España, Vox se ha opuesto a leyes de transición ecológica con argumentos como “proteger el campo”, cuando lo que realmente defiende es la continuidad de un modelo agrícola intensivo insostenible que favorece a grandes propietarios.

Contradicción expuesta: La ultraderecha clama por la “soberanía nacional” mientras defiende los intereses de multinacionales que depredan los recursos locales. El colapso ecológico no amenaza a las élites, sino a las clases populares, las primeras en sufrir las consecuencias de las olas de calor, las sequías o la subida del nivel del mar.

El Cambio Climático no es progresista, es Física

Uno de los relatos más absurdos de la ultraderecha es que la crisis climática es una invención del “progresismo globalista” para imponer su agenda. Sin embargo, los datos son incontestables:

2023 fue el año más caluroso registrado en la historia.

Las emisiones de CO₂ alcanzaron un récord de 36.800 millones de toneladas en 2022 (Global Carbon Project).

El nivel del mar ha aumentado 21 cm desde 1880 y la tasa de incremento se ha duplicado en los últimos 20 años (NASA, 2023).


La ultraderecha puede negar la ciencia, pero no puede detener los incendios que asolan Grecia o las sequías que arruinan las cosechas en Castilla y León. Cada año, el cambio climático cuesta a la UE más de 12.000 millones de euros en daños económicos.

Bulo desmontado: El cambio climático no es ideológico. Las olas de calor matan tanto a votantes de izquierda como de derecha. Negarlo no es una postura política, es un suicidio colectivo.

La “Agenda 2030”: El Fantasma que persigue a la Ultraderecha

Un bulo recurrente en la ultraderecha es que la “Agenda 2030” es una herramienta del globalismo para destruir las economías nacionales. En realidad, la Agenda 2030 es un conjunto de objetivos de desarrollo sostenible (ODS) impulsados por la ONU para frenar el deterioro ambiental y reducir la pobreza.

Desmentido con datos:

Por cada dólar invertido en energías renovables, se generan tres dólares en beneficios económicos (IRENA, 2022).

La transición a energías limpias podría crear 18 millones de empleos adicionales para 2030 (OIT).

Países que lideran en energías renovables, como Dinamarca o Noruega, tienen tasas de desempleo menores que las naciones dependientes del petróleo.


La paradoja: La ultraderecha acusa a la Agenda 2030 de empobrecer a las naciones mientras defiende sectores económicos que generan más desigualdad y menos empleo.

El Bulo de la “Pobreza Energética”

La ultraderecha argumenta que las políticas climáticas encarecen la energía y afectan a las familias más pobres. Pero lo que no dicen es que el 70% del precio de la electricidad en Europa se debe a los combustibles fósiles, no a las renovables (Agencia Internacional de Energía, 2023).

En España, la energía solar y eólica ya generan más electricidad que el gas, y su coste es un 30% inferior al de las fuentes tradicionales. La única razón por la que los precios no bajan es la resistencia de las grandes eléctricas, que la ultraderecha defiende mientras culpa a la transición ecológica.

Bulo desmentido: La pobreza energética no se combate con más gas y carbón, sino acelerando la transición a energías renovables.

El Negacionismo es un negocio, no una Ideología 

Desenmascarar el negacionismo climático implica seguir el rastro del dinero. La ultraderecha protege a quienes financian su discurso: grandes petroleras, empresas madereras y lobbies industriales. No luchan por el “pueblo”, sino por un modelo económico que sacrifica el futuro colectivo a cambio de beneficios inmediatos.

La única forma de frenar el negacionismo es con datos, pero también con voluntad política. Mientras el planeta arde, la ultraderecha seguirá vendiendo humo. Pero esta vez, ni siquiera podrán culpar a la izquierda del incendio.

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