CUANDO LA DESOBEDIENCIA SE CONVIERTE EN LEGÍTIMA DEFENSA

Llevamos décadas asistiendo a una degradación evidente del régimen que un día se nos vendió como Estado social y de Derecho. Los de arriba nos vendieron que la soberanía residía en el pueblo, que el juego democrático era limpio, que existían tres poderes independientes y que las instituciones públicas garantizarían los derechos fundamentales y básicos de personas y territorios. La realidad ha sido y es otra. Todo lo que se nos vende es puro escaparate. El legislativo es puro teatro, el ejecutivo un frontón que no escucha ni empatiza y el judicial una cohorte podrida donde han anidado mercenarios al servicio de quienes les colocan. Los partidos españoles, desde sus extremos a sus centros son sólo clanes, gremios e instrumentos que persiguen su propia supervivencia y la de quienes les financian. Las administraciones públicas están carcomidas, son dinosaurios que torpemente apenas progresan ni avanzan para dar verdaderas respuestas a los ciudadanos, esos que pagan sus salarios pero que asisten a una precariedad perpétua y tortuosa en servicios.
No existe democracia real, como tampoco que la última decisión resida en el pueblo. En verdad, los asuntos que tienen que ver con las vidas del pueblo las toman a la ligera o arbitrariamente comisarios europeos, funcionarios en un despacho o simplemente consejos de administración de potentes empresas que gobiernan a los gobiernos. No hablamos de una Matrix, ni estamos subidos a ninguna parra. No somos utópicos ni revolucionarios de otras épocas. Somos ciudadanos que asistimos al secuestro de nuestra voluntad e intereses colectivos. Nos han dejado sin capacidad alguna para ejercer de verdad derechos, libertades, posibilidades para cambiar aquellas cosas que nos condenan al malestar, la sumisión y la destrucción de cualquier alternativa mejor.
No es verdad que votando diferente haya cambios. No es verdad que acudiendo a la justicia venza el derecho y la razón. No es verdad que lo recogido en la constitución o el estatuto de Autonomía sean algo más que papel mojado. No es verdad que los cargos públicos sean servidores públicos, porque lo público se ha convertido sólo en su refugio para sobrevivir, mientras la mayoría social es condenada a vivir en una selva de obstáculos.
El poder manda y la mayoría social obedece a sus caprichos, sus privilegios, sus intereses, sus incapacidades, su nepotismo, su connivencia con quienes tienen el dinero para anular y comprar sus voluntades.
Hemos obedicido la ley y a los legisladores, hemos obedecido a los garantes de esas leyes, pensando siempre que todos ellos estaban en el fondo al servicio del bien común, de la justicia y nuestras libertades, pero descubrimos todos los días cómo en verdad los únicos que cumplímos ese "contrato" somos "los de abajo".
Y EN CANARIAS MUCHO PEOR
En Canarias nuestro gobierno no gobierna, ni manda, ni decide. Nuestra autonomía no sirve, no es cierta ni real. En Canarias, estemos en vacas gordas o flacas, la precariedad es la misma. Vivimos en un escaparate para el turismo, junto a una gallina cuyos huevos de oro se reparten siempre los mismos, la mayoría con sus nidos afuera. Todo el mundo nos habla del paraíso que somos y cadq día ese paraíso es profanado, violado, destrozado para levantar nuevos monstruos de ladrillo y hormigón. El turismo nos da de comer, dicen, y sin embargo el precio que pagamos es más población, más carreteras, más residuos, más destrucción, más dependencia. Hasta los que trabajan para los turistas, mal viven con sueldos precarios, condiciones indignas, sumisión con tal de mantener empleos y a sus familias a toda costa. Vivimos para los bancos, para los impuestos de la administración, para los que se enriquecen con nuestro sudor. Obedecer y callar es indigno
Vivimos en el paraíso, dicen, y cuando vemos desaparecer otro barranco, otra playa, otra montaña, nos preguntamos qué nos va quedando de eso. Vivimos del turismo, dicen, y todas nuestras instituciones trabajan para ellos, no para nosotros. El turismo es riqueza para otros,para nosotros, sumisión.
Si los que mandan no nos obedecen, porquè obedecer a los que no cumplen con nosotros
Nosotros hemos cumplido el contrato social. Pagamos impuestos y votamos en elecciones. Nosotros cumplimos las leyes y hemos obedecido lo que salía de ellas. Hemos respetado a autoridades, jueces a políticos de todos los colores. Hemos respetado las reglas del juego democrático, el orden, la convivencia. Toca que los que están arriba y a aquellos que llegaron hasta allí para trabajar por nosotros, cumplan o se aparten. Se acabó esta obra de teatro.
Y en Canarias, queremos nuestro paraíso intacto, respetado, para nosotros y las futuras generaciones. Canarias ni se compra ni se vende. Tenemos derecho a que nuestros intereses generales se defiendan y no dependan de touroperadores, especuladores, funcionarios ajenos y lejanos, multinacionales o políticos vendepatrias. En Canarias queremos vivir del turismo, pero no a este coste, con esta indignidad, sintiéndonos nosotros extranjeros en nuestra propia tierra.
Les toca a los de arriba obedecer o aquí los de abajo ya no vamos a obedecer a nadie ni a nada. Puede que haya llegado el momento de DESOBEDECER EN LEGÍTIMA DEFENSA.