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Más de 2500 menores acogidos podrían quedar sin atención ni centro en los próximos 10 días: la crisis migratoria evidencia la necesidad de un debate soberanista en Canarias

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La crisis humanitaria desatada en Canarias por el continuo arribo de migrantes ha puesto en jaque no solo a las instituciones locales, sino también al modelo de relación entre el archipiélago y el Estado español. La incapacidad del Gobierno español para asumir este problema como un Asunto de Estado y la indiferencia de la Unión Europea, que ha dejado sin apoyo a las islas, alimentan un debate cada vez más legítimo: Canarias sigue siendo una colonia española, y ante este abandono, muchos señalan que la solución pasa por abrazar un camino soberanista.

El dinero prometido por el Estado y la UE para gestionar esta crisis nunca llegó, y Canarias ha sido dejada a su suerte. Las ONGs y centros de acogida, que albergan a casi 3.000 de los 5.500 menores no acompañados, no han recibido sus pagos desde hace meses y, en un plazo de diez días, al menos 17 de estos centros cerrarán sus puertas. La situación no solo es insostenible, sino que revela el abandono sistemático por parte de España, que ni ofrece soluciones ni muestra solidaridad con sus socios "coloniales". Las autoridades canarias, agotadas, imploran ayuda a Madrid sin recibir respuestas concretas.

Este abandono no es casual. Para España, Canarias no es más que una región periférica que ha quedado fuera de las prioridades políticas. A pesar de ser una puerta de entrada a Europa, la metrópoli ha dejado al archipiélago solo ante la tormenta migratoria. El PP, inmerso en sus tensiones con el PSOE, no solo ha ignorado las súplicas de su líder en las islas, sino que ha hecho evidente el poco peso que tiene Canarias en la política estatal. Mientras tanto, el PSOE en el archipiélago se comporta como una sucursal colonial obediente, silenciosa ante el desastre, permitiendo que desde Madrid se tomen decisiones que ahogan al pueblo canario.

La Unión Europea, por su parte, que demostró gran solidaridad al acoger a más de 350.000 ucranianos, ha cerrado los ojos ante el sufrimiento de miles de migrantes que llegan a Canarias, dejando claro que para Europa, el apoyo depende de la raza y la clase de los refugiados. La falta de apoyo europeo es una bofetada a los que aún confían en que las instituciones internacionales puedan ofrecer soluciones justas.

En este contexto, el planteamiento soberanista toma fuerza. La falta de apoyo estatal y europeo, la crisis migratoria desbordada, y la dependencia total de decisiones tomadas en Madrid, han dejado en evidencia que la Autonomía es una farsa monumental, como debiera estar pensando ahora Fernando Clavijo si tuviera un punto de dignidad. Si Canarias sigue atada a un modelo colonial, incapaz de gestionar sus propios problemas y dependiendo de un Estado que la ignora, es inevitable que el debate soberanista gane terreno.

Los defensores de una Canarias libre y soberana llevan tiempo señalando que este tipo de crisis demuestran que el archipiélago no puede seguir siendo tratado como una colonia. La falta de recursos, la ausencia de apoyo estatal y la nula solidaridad europea dejan claro que la única manera de que Canarias afronte sus retos y tome control de su destino es con una verdadera independencia política y económica.

La crisis actual es solo un reflejo de una relación histórica desigual. Mientras los menores migrantes quedan abandonados a su suerte, el planteamiento soberanista se perfila como una vía legítima y necesaria para que Canarias deje de ser un simple peón en las decisiones que se toman desde Madrid y Bruselas, y asuma el control de su propio futuro.

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