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Antonio Morales, la Patronal y UGT arremeten contra el derecho de manifestación en Maspalomas

CANARIASHace 6 horasSemanario LA RAÍZSemanario LA RAÍZ
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El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, ha mostrado su verdadero rostro al romper con el movimiento "Canarias Tiene un Límite" y descalificar la reciente manifestación en Maspalomas, organizada en defensa de un modelo de desarrollo más justo y sostenible para Canarias. Morales se ha alineado descaradamente con los intereses de la patronal turística y las multinacionales que, antes y después de la protesta, insinuaron que no deberían permitirse este tipo de movilizaciones porque afectan "negativamente" a sus negocios.

En un giro revelador, Morales, el mismo que apenas 12 horas antes de la manifestación publicaba una homilía en los periódicos de pago de Gran Canaria apoyando algunas de las consignas del 20-O, con la esperanza de recuperar los miles de votos que pierde a diario, salía después a su palco mediático para dictar a miles de personas dónde no pueden ejercer su derecho democrático a manifestarse. Esta contradicción expone a un líder político que juega con ambas caras: por un lado, coquetea con las demandas populares cuando le conviene electoralmente, pero por otro, se inclina rápidamente ante los poderosos intereses del sector turístico en cuanto se trata de salvaguardar sus negocios.

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Morales, con esta actuación, parece haberse colocado del lado de quienes no solo priorizan sus beneficios económicos a costa de los derechos de los canarios, sino que también insinúan que la libre expresión, el derecho de reunión y la protesta deben estar subordinados a los intereses del sector turístico. Esta actitud lo posiciona como un defensor de los grandes grupos empresariales que intentan convertir a Canarias en una simple maquinaria al servicio del turismo masivo, ignorando por completo el desgaste medioambiental y social que esta industria genera en el archipiélago.

Pero Morales no está solo en este ataque a los derechos democráticos. UGT, a través de su vicesecretario general, ha decidido unirse a la carga contra los manifestantes, defendiendo el discurso de la patronal en lugar de proteger a los trabajadores y las comunidades que sufren las consecuencias de un turismo descontrolado. Este sindicato, lejos de cumplir con su función de defender los derechos laborales y sociales, ha preferido sumarse al relato de los poderosos, avalando la narrativa de que "vivimos del turismo", y negando las demandas de aquellos que exigen un reparto más equitativo de las riquezas generadas por el sector.

Por su parte, figuras como Jorge Marichal, presidente de la patronal hotelera, y Wolfgang Kiessling, dueño del Loro Parque, no han perdido la oportunidad de aprovechar la coyuntura para reforzar su agenda, recordando que cualquier acto de protesta es una amenaza a su negocio. El apoyo explícito de Morales y UGT a estas posiciones no solo legitima estos ataques, sino que también contribuye a un ambiente de represión, en el que cualquier crítica o demanda social es presentada como una "traición" a la economía local.

Lo más alarmante es que este ataque coordinado entre la clase política, la patronal, los sindicatos alineados y los medios de comunicación responde a una estrategia de control social que recuerda a los tiempos más oscuros. El repetido mantra de que "Canarias vive del turismo" se ha convertido en un dogma incuestionable, diseñado para mantener a la población en una posición de servidumbre moderna, en la que cualquier abuso o precariedad laboral debe ser aceptado como el precio a pagar por mantener a flote el sector.

Al igual que los esclavos de las plantaciones que debían soportar el abuso de sus amos a cambio de techo y comida, los canarios parecen condenados a una dependencia perpetua del turismo, mientras figuras como Morales y los líderes de UGT se alinean con aquellos que solo buscan maximizar sus beneficios a costa del bienestar social y el medio ambiente. Las manifestaciones en Maspalomas, lejos de ser un problema, son un síntoma de una población cansada de ser explotada y silenciada.

El verdadero desafío para Canarias no es el turismo en sí, sino el servilismo de quienes, desde el poder, defienden ciegamente a las multinacionales y los grandes empresarios, olvidando que los derechos democráticos deben prevalecer por encima de cualquier interés comercial. Morales y sus aliados han dejado claro de qué lado están, y no es del lado del pueblo.

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