ABDUCIDOS POR EL TURISMO: RECUPEREMOS CANARIAS PARA QUIENES LA HABITAN
Hubo un tiempo en que negar la existencia de Dios podía costar la vida. Su omnipotencia no era materia de debate y sus caminos era inescrutables. Dios proveería de todo lo necesario y si no lo hacía sería porque algo habríamos hecho mal. Tocaba entonces todos los sacrificios posibles, aunque incluyéramos dolor y vidas en ello. El Turismo en Canarias ha terminado por abducirnos a todos. Es el Dios omnipresente al que hay que rendir todo el culto posible, aunque en verdad no nos provea, ni de lejos, a la mayoría. Al que de palabra u obra lo ataque, es considerado un loco. En cabeza de esta religión se encuentran nuestros dirigentes políticos, pero también buena parte de una población abducida, que está dispuesta a entregarlo todo a cambio de su gracia. Eso sí que es de locos.
CANARIAS27 de septiembre de 2022Semanario LA RAÍZ"Vivimos del turismo". Ese es el mantra que, desde hace 60 años, llevamos oyendo en Canarias. Como el primer mandamiento de la fe católica, "amarás a Dios sobre todas las cosas", el turismo se ha convertido en un fetiche al que los canarios debemos adorar, cual becerro de oro. El sector turístico es a la economía canaria, lo que la existencia de Dios para la cristiandad; algo que no se discute, una verdad absolutísima.
A tal punto de abducción, de secuestro mental hemos llegado que, no ya sólo se legisla y gobierna para bien y loa de este otro "Santísimo", sino que el relato subjetivo sobre el que se sostiene, ha anulado cualquier voluntad o conciencia de poner los pies en la tierra y nada se le discute. El "turismo nos da de comer", "nos provee de desarrollo", "garantiza nuestro bienestar" y así toda una retahíla más de argumentario que niegue cualquier herejía en su contra. Moratoria, no. Ecotasa, no. Control de población, no. Domiciliación fiscal, no. ¡Y Sostenibilidad?. Sí, pondremos palmeras.
Cualquier argumento y razón contra el todopoderoso Dios Turismo es una herejía y al que lo promueva se le considera hereje y llevado al infierno de la invisibilidad, tildado de radical infiel. Se le quema, se le considera que no es de este mundo, se le señala como persona a la que hay que "apartar como a los atestados".
Como toda cuestión de fe, se cree en Dios y punto. No hay que demostrar su existencia, ni que en verdad es para bien. Hay que adorarlo sin discusión. Nadie explica porqué en la Canarias que vive del turismo, no ha dejado de haber entre un 30% y 40% de población en el umbral de la pobreza durante estos 60 años de bendición. En la Canarias que vive del turismo, nadie explica porque hay centenares de miles de desempleados y se trae de fuera mano de obra a mansalva a pesar de que los empresarios turísticos también recibieron decenas de miles de millones de euros para la formación. En la Canarias que vive del turismo, nadie explica porqué no queda aquí ni el el 15% de lo que se factura. A Dios lo que es Dios y a los Césares canarios (sus élites limosneras) las "ostias" que sobran como migajas.
Aunque la palabra abducción provenga de la ufología y haga referencia a como quienes la sufren pierden toda voluntad y conciencia por espacios de tiempo, algo de este fenómeno parece darse en la clase dirigente canaria. ¿O no es abducción que sus mentes estén tan secuestradas, que erre que erre no admiten que el turismo en Canarias tiene ya más de destrucción que de riqueza?. ¿Es que no hay ni capacidad ni voluntad para decirle nones a este fundamentalismo turístico que nos quiere mantener con un velo negro ante nuestros ojos?.
El turismo se da de comer así mismo y no a Canarias. Si fuera de otra forma en este archipiélago no habría ni pobreza ni desempleo. El turismo está destruyendo el paraíso canario y ese sacrificio es un atentado contra toda forma de vida natural, social, económica y humana cuando ha llegado a su límite. Ni el turista es la Santísima virgen ni el turismo debe ser por más tiempo un Dios. Ya no es que no quema una cama más, es que, con las viviendas vacacionales (turistificación), ni techos va a haber para los canarios. Alguien dijo días atrás que Canarias debe ser para quien la habita y no puede seguir siendo para quien la visita. En Venecia ya sobran hasta los venecianos y en Canarias hace ya mucho tiempo que se gobierna para el visitante. Cargos públicos de ayuntamientos, cabildos y gobierno pensando en atraer turistas, mientras quienes pagan sus sueldos soportan los efectos secundarios, colaterales, de este contrasentido.
Hablar de abducciones alienígenas es materia de la ufología y la ciencia ficción. En Canarias la abducción por el turismo tiene mucho de ciencia, de lógica, de argumentario científico, de biología, economía, psicología y sociología. Debemos de salir de este secuestro a la racionalidad, de este rapto de nuestra voluntad. En Canarias esta abducción enfermiza al turismo supone vivir para y por el turismo y olvidarnos de todas las formas de vida que están presentes en nuestro paraíso natural. No se trata de vivir sin turismo, se trata de vivir con un turismo que de verdad no esté reñido con el resto de las formas de bienestar y vida.
El turismo que es una actividad de ocio, no puede ser a costa de hipotecar la vida de todos los seres que habitan este archipiélago nuestro. Con la vida no se negocia. Cuando para el ocio de "sol y playa" significa tener que al resto de las formas de vida que habitan tierra, mar y cielo,incluidos nosotros, no estamos hablando de beneficio.
La sostenibilidad o es toda o no es. El bienestar o es común o no es. El progreso o es del de todos o no es. Canarias debe ser de quien la habita o dejar de ser de quien la visita.
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