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El Negociazo de la vivienda que nos condena como sociedad

El problema de la vivienda en Canarias es lo que el "calentamiento global" al futuro del planeta: una olla a presión con metralla dentro, varios detonantes y de consecuencias graves. Nuestro colaborador Eloy Cuadra, activista de primera línea y buen conocedor del tema nos lo explica.

LA BAJA DEL SECRETO 14 de mayo de 2022 Eloy Cuadra
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No se puede hablar de vivienda sin hablar de negocio, y cuando digo negocio lo digo con mayúsculas, porque no hay mejor empresa hoy y desde hace tiempo que la vivienda por estas latitudes. Fue un negocio muy rentable décadas atrás, para los políticos y sus amigos los empresarios, por el boom inmobiliario y de la construcción, y los pelotazos urbanísticos que se generaron. También lo fue para los bancos que se hartaron a firmar hipotecas a todo el mundo, aún a sabiendas de que muchos no podrían pagarlas, y pareció serlo también, un buen negocio, para una o dos generaciones de canarios que vieron en la construcción una oportunidad de ganar mucho dinero por encima de cualquier formación o estudios. Y bueno, ya sabemos cómo acabó la historia: hipotecas basura, estalla la burbuja, crisis en 2008, austeridad, paro, desahucios hipotecarios y muchas viviendas de vuelta a los bancos. Y la banca que siempre gana una vez rescatada con nuestros impuestos se inventa el asunto de los servicers y los fondos buitre para derivar sus activos inmobiliarios supuestamente tóxicos a otras entidades vinculadas, y comienza otra vez la rueda del negocio.

       No descubrimos nada si decimos que la vivienda lleva siendo el valor refugio en España desde hace ya unos cuantos años. En tiempos de incertidumbre económica y crisis persistentes, invertir en ladrillo es lo más rentable, especialmente en lugares donde hay muy baja fiscalidad, con una economía débil y mucha demanda de vivienda. España reúne de sobra estas primeras condiciones, pero en Canarias se acentúan aún más, con otras añadidas que hacen del todo propicio el negocio. Pues si hablamos de economía débil y de una sociedad tocada, ninguna más débil y más tocada que la de este archipiélago atlántico, donde las ejecuciones hipotecarias han abundado en la última década y los bancos se han hecho con mucha vivienda que han ido vendiendo progresivamente, casi regalando, a fondos buitre de capital de riesgo extranjeros. Así, no es casualidad que en Canarias tengamos el porcentaje de viviendas en manos de fondos buitre más alto de toda España. Y dado que la demanda de viviendas es altísima, el negocio está asegurado para estos especuladores que sólo saben de beneficios. Los fondos buitre quieren capitalizar sus pelotazos y no paran de presentar demandas de desahucio, frenadas únicamente por la moratoria del gobierno, que pronto acabará y luego ya veremos. 

Pero el negocio no se queda aquí, y es que tras la pandemia y especialmente con la guerra de Ucrania, las Islas Canarias como territorio occidental turístico muy alejado del conflicto bélico y con muy escasa conflictividad social, se convierte en el lugar ideal donde invertir capital de manera segura desde cualquier lugar del mundo. Y justo esto es lo que está ocurriendo, así, la venta de vivienda a extranjeros se ha disparado en Canarias en el último año de manera notable, el negocio continúa rentando, y vamos perdiendo en Canarias cada día más el control de nuestro patrimonio urbanístico, ya históricamente en manos de empresas extranjeras o peninsulares en su mayoría, y ahora aún más si cabe. Y cuando se acaba la pandemia y vuelven otra vez las previsiones turísticas a hablar de quince millones de turistas al año, el alquiler vacacional se posiciona como un modelo a seguir, el más rentable de todos con diferencia para el propietario de la vivienda, pues los beneficios son altos y la fiscalidad y el control administrativo son casi nulos. De nuevo en esta estadística Canarias está a la cabeza, con el mayor porcentaje de alquiler vacacional de todo el país. Algo lógico por otra parte, si tenemos en cuenta las facilidades y el apoyo político con el que cuenta este lobby -del Cabildo de Tenerife y de la Consejería de Turismo especialmente-, con unas muy buenas perspectivas de negocio, sumada a la crisis económica y habitacional tan grande que sufrimos con el subsiguiente riesgo de impago de alquileres y ocupación sobrevenida. Con esta realidad de partida, no es de extrañar el escandaloso ritmo de vivienda de alquiler de larga temporada que se está pasando al alquiler vacacional en Canarias. 

Desde este enfoque, si entendemos la vivienda en Canarias y por extensión en España entera como un gran negocio, como El Negocio, con mayúsculas, se entiende perfectamente que España sea el país de Europa con menos implantación de vivienda social, con apenas un 2,5%, en comparación con el 30% de países como Bélgica. Está claro, con nuestros políticos viviendo y comiendo de este negocio no interesa que el sector público meta mano en el asunto, conviniendo dejarlo a la suerte del mercado y la especulación libre. Y así tenemos hoy lo que tenemos en Canarias, los precios de la vivienda más caros, con la demanda disparada y sin vivienda social alguna, a lo que hay que sumar el paro y la pobreza más altos, los sueldos más bajos, la cesta de la compra más cara, la insularidad y el hecho de tener los peores servicios sociales y muy escasas coberturas públicas de protección a las familias, lo que viene a ser una tormenta perfecta que provoca que en Canarias no haya vivienda para prácticamente nadie. No la hay para los pobres, que en el Archipiélago rondan el 30% de la población, pero es que tampoco la hay para los que trabajan y tienen un sueldo, y si me apuran no la hay siquiera para buena parte de la clase media que queda. Y es que si quieres comprar una vivienda los bancos ya no te van a dar un crédito con tanta facilidad, aparte que los precios van disparados empujados por la demanda de extranjeros ricos que quieren comprar, y si quieres alquilar los precios son igualmente altos, la oferta es muy escasa y los requisitos muy difíciles de cumplir, incluso para la gente con buenos sueldos. Y bueno, las consecuencias de este negocio grosero desatado y mantenido en el tiempo ya las estamos viendo y sufriendo, con una media de 7-8 desahucios al día en Canarias en los últimos 2 años, con los suicidios y el consumo de ansiolíticos en récords históricos, algo que con 150.000 viviendas vacías que se estima que hay en Canarias pasa a ser una ignominia de las grandes, y justifica muy a las claras la masiva ocupación de vivienda que se está produciendo en Canarias, con muchas familias desesperadas buscando un techo allá donde haya una vivienda vacía. Y como el negocio lo es en todos los ámbitos y niveles, también en el nivel de las desgracias y necesidades se da el negocio, en las empresas de seguridad e instalación de alarmas por ejemplo, entre las más rentables en los últimos tiempos, pasando por las mafias de la ocupación que se aprovechan de las viviendas vacías y el descontrol que la administración tiene sobre su parque público, para ocupar viviendas a destajo y luego subalquilarlas o venderlas de manera ilegal, y acabando con las pseudo empresas llamadas de desokupación proliferando por nuestra geografía aplicando su propia ley, con el beneplácito y la colaboración inestimable de nuestras administraciones y de la mayoría social.

Y esto es lo que puedo decir de la vivienda en Canarias sin extenderme mucho, así está el presente a este lado del mundo, un negocio, un gran negocio. En resumen, no hay vivienda, y sin vivienda ya se pueden imaginar, no hay futuro, no hay posibilidad de formar una familia, no nacen niños, no se pagan las pensiones y un largo etcétera de situaciones encadenadas a cual peor. Este panorama podría parecer una catástrofe y casi un suicidio para el futuro de Canarias, pero no lo es para nuestros políticos, con su futuro y el de sus hijos asegurado y el plan de hacer de Canarias un paraíso para ricos y turístas, con una economía tipo paraíso fiscal con mano de obra muy barata y trabajo esclavo para el que siempre habrá alguien de aquí o de fuera dispuesto. ¿Que habrá muchos pobres? Pues sí, pero se resignarán a vivir en barracones y otras infraviviendas, los que quieran, y los que no se tendrán que marchar o serán detenidos, por mendigar o por cualquier otro delito de esos que abundan hoy con el auge de la aporofobia. 

Siento ser tan pesimista, ya me gustaría pintar un futuro algo mejor, pero en Canarias y en otras comunidades de España es casi imposible. Entiéndanlo, con nuestro ruralismo y nuestra tradición cristiana, fiestera, folklórica, monárquica, castrense, señorita y caciquil, sumado a nuestro atraso cultural con respecto a otros países de nuestro entorno, somos en gran medida una sociedad conservadora, con un capitalista y un aspirante a señorito metido en la cabeza y en la casa de cada uno, y así es muy difícil que la gente entienda que la vivienda debe ser un derecho y no puede ser un negocio. Prueba de que Canarias y la mayor parte de España son sociedades mayoritariamente reaccionarias lo hemos visto en estos tres años que llevamos de gobiernos supuestamente progresistas, tres años de gobiernos donde, salvando algunas excepciones catalanas y alguna norma puntual, no se ha legislado lo más mínimo en favor del derecho a la vivienda u otros derechos sociales básicos, y aún así hemos tenido a las derechas políticas y sociales con aires guerracivilistas al grito de comunistas y otras barbaridades, y hoy todos los indicios apuntan a que PP con Vox -con CC y Curbelo en Canarias-van a tomar el poder pronto en casi todos lados. Una mínima esperanza si cabe, que el pueblo termine dándose cuenta de cómo está siendo sometido y esclavizado y consiga levantarse, una esperanza remota y casi utópica en cualquier caso, es más probable que la mayoría acepten las cadenas de manera sumisa, engañados unos, asustados otros.   

Eloy Cuadra, escritor y activista social.

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